La práctica de la meditación es una práctica milenaria, que podemos observar en las tradiciones espirituales tanto de oriente como de occidente. El hilo conductor de esta práctica en las distintas tradiciones espirituales son procesos de interiorización y de auto indagación, de lucidez y de compasión.
La meditación no está asociada a una práctica religiosa o a un camino espiritual determinado; es una práctica natural por la cual el ser humano amplía su consciencia y profundiza el flujo de atención hacia los procesos de la vida, tanto externos como internos.
La ciencia ha demostrado que la meditación "hace al ser humano más feliz y más pleno".
A nivel estructural del sistema nervioso aumentan las conexiones neuronales asociadas a las emociones positivas, aumenta la calma, disminuye la ansiedad; a nivel psicológico aumenta la estabilidad emocional y disminuyen los niveles de estrés, entre muchos otros beneficios.
La meditación es el ejercicio que consiste en enfocar la atención en forma deliberada y consciente, sostenida. Debe ser una amable y serena disciplina para permitir su establecimiento de forma gradual y efectiva. Con el enfoque se aquietan los pensamientos y los sentidos se derivan hacia el interior, hacia la observación de sensaciones, emociones y pensamientos. La meditación es observación. A meditar se aprende... meditando.
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